Nº 1458- 3 de Junio de 2012

Publicado por CC Eben-Ezer en

¿Cuál es la auténtica y genuina diferencia entre el cristianismo y todas las demás grandes religiones universales?

La diferencia radical no se halla en los mandamientos de amor y perdón, de solidaridad y benevolencia, sino que el distintivo por excelencia es Jesucristo mismo, y Jesucristo crucificado.

Sin la fe en la Cruz de Cristo falta especificidad y resolución a la fe en el Resucitado. Lo distintivo del cristianismo es Jesús de Nazaret según los Evangelios, no las falsas imágenes de Cristo.

La Cruz no es sólo el ejemplo y el modelo, sino todo el fundamento de la predicación de la fe de Jesucristo. La Cruz es lo que diferencia a Jesús de todos los “dioses” fabricados por los hombres, de todos los iluminados y exaltados, de todos los césares augustos, genios, héroes y caudillos divinizados en el curso de la historia.

Por eso es que el Apóstol Pablo, a pesar de haber experimentado un encuentro personal con Jesucristo, centra su predicación en Cristo crucificado por cuanto no hay cristianismo sin Cruz, ni esperanza, ni vida eterna con Dios.

La Cruz separa la fe cristiana de la incredulidad y de la superstición, de las ideologías humanistas y las utopías simplistas, de las pretensiones de los señores de este mundo y de los dirigentes religiosos que usurpan el lugar que sólo le corresponde al Señor.

La Cruz será siempre la sombra al lado de la luz de la resurrección, y la resurrección no se podrá dar sino al lado de esa sombra redentora.

Ahí radica la diferencia inconfundible entre el mensaje de Jesucristo y todos los demás mensajes bien intencionados de los hombres buscadores de la verdad.

Así es también como podemos comprender nuestra misión: Hacer con Jesús de Nazaret de “anunciador” a “anunciado”.

Por eso Jesús nos ha dicho que como el Padre le envió, así Él nos envía a nosotros.

Mucho anuncio. Mucho amor. Joaquín Yebra, pastor.

 

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