Nº 1387– 9 de Enero de 2011
Cuando estudiamos etimología nos llevamos grandes sorpresas en cuanto al origen y la evolución de muchos vocablos.
Entre esas sorpresas está el origen de la palabra “man”, que en la lengua inglesa significa “hombre” y cuyo origen radica sorprendentemente en el sánscrito, y cuyo significado es “mente”.
De ahí que muchos crean –creamos- que cuando aprendemos cómo funciona la mente del hombre, podemos aprender mucho sobre nuestro pensamiento y nuestro comportamiento, por cuanto incuestionablemente somos lo que pensamos y como pensamos.
Esto nos permite igualmente saber algo más acerca del pasado del hombre, de nuestro presente y de nuestro futuro.
Somos un viaje entre dos infinitudes; un viaje que no podemos hacer en solitario, envueltos y arropados entre los espesos tejidos del egoísmo.
Venimos de Dios y vamos hacia Dios, por lo que ser hijo es también ser una parte del Padre que mora en nosotros, y que espera ser reconocido y amado.
Sólo así puede explicarse nuestro afán de superación en medio de la complejidad de la vida.
Sólo así podemos ver a los hombres, y también vernos a nosotros mismos, como una promesa.
Sólo de esa manera podemos trascender el “yo” y descubrirnos en el “tú”.
Sólo desde este pensar podemos aproximarnos al amor de Dios, que excede a todo conocimiento.
Sólo así podemos contemplar el universo como parábola divina y milagro supremo.
Mucho amor.
Joaquín Yebra, pastor.