Nº 1373– 3 de Octubre de 2010
Cuentan que un día un guardián estaba golpeando a un perro, y al verlo un joven discípulo preguntó a su maestro por qué estaría aquel hombre maltratando al pobre animal. Y el maestro respondió que porque aquel hombre no podía soportar ver a alguien que le superara.
Sigue debatiéndose en diversos círculos políticos la licitud de esa brutal “fiesta” que algunos hombres con olor a orín y cigarro puro se empeñan en llamar “nacional”, en la que se tortura hasta la muerte a un animal noble que han criado específicamente para dicho maltrato. Y es que no existe un indicio más cierto de estrechez espiritual, de estupidez y arrogancia que maltratar a las bestias por el mero placer de hacerlo, por muchos intentos de arropar dicha brutalidad bajo pretextos de supuesto “arte”.
Muchos ignoran los mandamientos de nuestro Señor respecto a los animales. Incluso creen que el trato a los mismos puede pasarle inadvertido al Bendito, pero la Sagrada Escritura nos dice en el libro de Proverbios 12:10 que “el justo cuida de la vida de su bestia; mas el corazón de los impíos es cruel.” El amor hacia los animales debe ser, al igual que hacia los humanos, desinteresado y libre de hipocresía. Dios pone al animal bajo la protección de las leyes creadas para los hombres: Éxodo 23:4-5: “Si encontrares el buey de tu enemigo o su asno extraviado, vuelve a llevárselo. Si vieres el asno del que te aborrece caído debajo de su carga, ¿le dejarás sin ayuda? Antes bien le ayudarás a levantarlo.” (Ver también Deuteronomio 22:4).
Deuteronomio 23:6-7: “Cuando encuentres por el camino algún nido de ave en cualquier árbol, o sobre la tierra, con pollos o huevos, y la madre echada sobre los pollos o sobre los huevos, no tomarás la madre con los hijos. Dejarás ir a la madre, y tomarás los pollos para ti, para que te vaya bien, y prolongues tus días.”
Deuteronomio 25:4: “No pondrás bozal al buey cuando trillare.” Incluso se preocupa el Señor de que demos de comer al animal antes que comamos nosotros: Deuteronomio 11:15: “Daré también hierba en tu campo para tus ganados; y comerás, y te saciarás.” Recordemos que el día de reposo no es sólo para el hombre, sino también para los animales: Deuteronomio 5:12-14: