Claves para la reconstrucción

Publicado por Marta Pérez en

Nehemías 1: 1-11

Introducción

Sabes que es más difícil que construir, reconstruir. Sí la reconstrucción es más costosa es porque primero ha sido necesaria una demolición, un derrumbe, y conlleva quitar escombros y volver a poner cimientos nuevos o asegurar los antiguos para poder volver a levantar el edifico sobre ellos. Pienso que la reconstrucción es más costosa sin duda, y seguro que económicamente también lo es, aunque yo no soy del gremio…

Nehemías es enviado a Jerusalén para que reedifique los muros de la ciudad, unos muros que estaban destruidos por los enemigos, y que presentaban la ciudad como un lugar acabado y destruido, y sobre todo a merced de cualquiera que quisiese hacer daño.

Cuerpo

La iglesia ha sido comparada en ocasione con un edificio, un edificio que muchas veces necesita reformas, ventanas nuevas, parches, y que a veces también le es necesario una reconstrucción. La reconstrucción que Dios encargó a Nehemías era muy importante, pues se trataba de los muros de la ciudad de Jerusalén.  Para Nehemías era una tarea importante ya que se trataba de su cuidad, del lugar escogido por Dios como centro de adoración de su pueblo. Él se entregó en alma y cuerpo a esta reconstrucción porque para él era de suma importancia y es que nuestro trabajo depende del valor que otorguemos a lo que queremos reconstruir.

Creo que el edifico espiritual, del que todos los que nos encontramos aquí formamos parte, es muy importante para cada uno de nosotros y por ello debemos poner a trabajar las herramientas más útiles y más efectivas, para que esta obra sea reedificada perfectamente, o al menos lo mejor que lo podamos hacer.

Esas herramientas no son mecánicas, claro está, sino que son claves, son los recursos que usaremos.

Vocación

La vocación es según el diccionario “el destino natural del hombre” (varón y mujer). Para un cristiano la vocación es hacer lo que Dios ha puesto en nuestro corazón. Es hacer su voluntad. Dios puso una vocación en Nehemías: Reconstruir los muros. Y para eso nos dice Nehemías 2: 12, que Nehemías se levantó de noche y se fue a ver como estaba la situación, nos dice el texto que no dijo nada a nadie, ni a los guardias, ni a los sacerdotes, ni a las autoridades de la ciudad, sino que hizo lo que Dios le había encomendado a él, sin pedir permiso a nadie, porque era lo que Dios le había mandado que hiciese. Esa era su vocación.  

¿Cuál es tu vocación? ¿qué pide Dios de tu vida? ¿En que estas volcado y que es lo que te mueve a levantarte por las mañanas? ¿Es esa la voluntad de Dios para tu vida? pues ánimo, si es así Dios estará a tu lado para ayudarte y bendecir cada paso que des, pues estas en su perfecta voluntad.

 Pues para eso… para hacer lo que Dios te pide, para cumplir tu vocación (no lo que a ti te gusta, o lo que te da subidón) sino lo que pide Dios de ti, necesitarás esfuerzo.

Esfuerzo

El segundo requisito para la reconstrucción es el esfuerzo

Todo trabajo requiere un esfuerzo, y más cuando es un trabajo físico,  el que tenían que hacer en Jerusalén era bastante costoso. También el que nosotros tenemos por delante es duro, y para ello necesitamos esforzarnos, y esforzarnos para bien, no para el mal, sino para el bien.

Y es que hacer el bien cansa, nos lo dice el apóstol Pablo en Gálatas 6:9 “y vosotros hermanos no os canséis de hacer el bien” por lo que deducimos que hacer el bien requiere esfuerzo.

Pero bien vale el esfuerzo para reedificar y levantar. Fijaos lo que nos dice Nehemías 2:18 “Entonces les declaré cómo la mano del mi Dios había sido buena sobre mí, y asimismo las palabras que el rey me había dicho. Y dijeron: Levantémonos y edifiquemos. Así esforzaron sus manos para bien”.  Qué bueno es que nos contemos las bendiciones que Dios hace en nuestras vidas, y como Dios obra en nuestras iglesias, en nuestros puntos de misión, eso nos ayuda a esforzarnos y a edificar juntos…a esforzarnos para el bien, no recordando errores pasados, o guardando rencores que nos paralizan, sino mirando hacia adelante con los ojos que mira Jesús, con la esperanza de que la oración que Jesús hizo al Padre sea contestada: “Mas no ruego solamente por estos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos,” ¿Seremos nosotros instrumentos para que otros puedan creen en él? ¿Allanaremos el camino para que otros puedan hacer esta labor?

El pueblo tuvo ánimo

Nehemías 4:6 dice “Edificamos, pues, el muro, y toda la muralla fue terminada hasta la mitad de su altura, porque el pueblo tuvo ánimo de trabajar”.  Solo cuando tenemos ánimo para trabajar lo hacemos bien y con alegría. No podemos trabajar bien cuando lo hacemos mirando constantemente hacia los otros, no. No podemos trabajar comparándonos con los demás, y eso es algo que está muy extendido entre nosotros. Mi trabajo y mi esfuerzo es mío y para nada comparable con el de otro. Si vivo en la comparación, en la competición no habrá ánimo, todo lo contrario, esto trae desaliento, tristeza… 

Hay un viejo himno que dice “Placer verdadero es servir al Señor, no hay obra nos noble, ni paga mejor, servirle yo quiero con fe y con amor servirle prometo desde hoy”. Este debe ser nuestro ánimo, trabajar para nuestro Señor, el aliento que nos da nuestro maestro al habernos elegido obreros en su mies…cada uno en su tarea.

Distribuyeron el trabajo

“…Nos volvimos todos al muro, cada uno a su tarea”, Nehemías 4:15. Para reconstruir el muro era necesario que cada cual hiciese lo que le había tocado hacer. Ninguno podía hacer lo de otro, y ni ninguno podía dejar de hacer lo que le correspondía. Y nosotros en nuestro edificio debemos trabajar así, cada uno donde le corresponde y si quitamos un “reconstructor” de su lugar, del lugar donde le ha puesto Dios, se quedará ese trabajo sin hacer, porque tú no vas a ir a hacerlo, ni yo voy a ir a hacerlo, tú estás en tu lugar y yo en el mío…sin abandonos, sirviendo a un compromiso…

Hicieron un compromiso

Nehemías 10:39 “…no abandonaremos la casa de nuestro Dios”. El trabajo necesita compromiso, necesita constancia, necesita de hombres y mujeres que la hagan… porque no se hace solo.  Es cierto que algunos se pueden desanimar y tomar otro camino, entre el pueblo hubo, gente que abandonó, pero Dios nos pide que acabemos. Nehemías tenía una tarea y hasta que no terminó no cesó en su empeño.

Jesús dice en Juan 4: 34 “Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra.” No debemos abandonar hasta que el camino y la obra que Dios no ha encomendado esté concluida. Tenemos un compromiso con el Señor, en primer lugar, y con los que han de creer en él por nuestra palabra.

¿Estaremos dispuestos a continuar? Amén

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