Santidad contagiosa 1
El virus es contagioso. ¿Es contagiosa la santidad?
A nadie le agrada que sus hijos anden con personas desordenadas en lugares y momentos inadecuados. Pensamos que la maldad es contagiosa.
Nuestro pensamiento respecto de la santidad se parece mucho al que existía en el mundo antiguo, divido por la mente del hombre en tres esferas. La esfera de lo santo, habitado por Dios y las personas y cosas consagradas; la esfera de lo impuro, y en medio la esfera de lo común, de la vida diaria. Lo impuro y lo santo eran considerados intocables y aquellos que los tocaban, se convertían en intocables. Las leyes del Antiguo Testamento prohibían tocar cosas impuras como los cadáveres, y cosas sagradas como el arca del pacto
Asimismo la persona que hubiere tocado cualquiera cosa inmunda, sea cadáver de bestia inmunda, o cadáver de animal inmundo, o cadáver de reptil inmundo, bien que no lo supiere, será inmunda y habrá delinquido.
Levítico 5:2
Y David y toda la casa de Israel danzaban delante de Jehová con toda clase de instrumentos de madera de haya; con arpas, salterios, panderos, flautas y címbalos.
Cuando llegaron a la era de Nacón, Uza extendió su mano al arca de Dios, y la sostuvo; porque los bueyes tropezaban. Y el furor de Jehová se encendió contra Uza, y lo hirió allí Dios por aquella temeridad, y cayó allí muerto junto al arca de Dios.
2º de Samuel 6 del 5 al 7
Podemos leer como ampliación Levítico capítulos del 11 al 16 y Números capítulos 6; 19 y 31. Los judíos tenían muy claro que la inmundicia es contagiosa.
En el primer siglo, había diferentes grupos que actuaban de formas distintas ante esta cuestión, veamos algunos:
Los Saduceos: Para preservar su “status” no tuvieron problema con aceptar a los romanos. Relegaban la santidad a los días de fiesta y en los lugares santos, dejándola a un lado en los días y actividades habituales.
Los Fariseos: En su profundo deseo de guardar la santidad, asumieron la decisión de llevar la ley a los extremos. Aunque eran laicos, voluntariamente adoptaron las leyes sobre la pureza que eran sólo para los sacerdotes que ministraban en el templo. Los fariseos intentaron extender los límites del sacerdocio santo para incluir a todas las personas y en todos los lugares, no solo en el templo.
Los Esenios: Entendían que debían mantenerse literalmente a kilómetros del pecado y los pecadores, entregados a una vida de trabajo y estudio constante de la palabra. La santidad significaba aislamiento, y no la santificación de toda la vida.
Los Zelotes: Como extremo contario al aislamiento, estos tomaron la vía de la oposición violenta ante el mal personalizado en los romanos, rehusaban pagar impuestos, convertían la santidad en asunto político y eso les permitió justificar aun los medios más violentos para alcanzar sus fines.
Estos cuatro movimientos, reflejan en cierto modo las diferentes actitudes que en la actualidad se dan con más frecuencia ante este asunto:
Los que abandonan, o al menos minimizan, la santidad para encajar en el mundo y no perder lo que ellos llaman placeres y cosas buenas. Los que creen que solo en el abandono absoluto del mundo pueden mantener la santidad en mayor o menor grado, absteniéndose de todo lo secular, no solo de lo malo sino de aquello que ellos estiman que puede conducir a lo malo. Los que vinculan la santidad con opciones políticas, en estos últimos años hemos visto como grupos políticos populistas y antidemocráticos usan a los creyentes de buena fe para dar el mensaje de que, los que no piensan como ellos tienen problemas espirituales y hay que mantenerlos callados y en el peor de los casos anulados.
Jesús convivió con todos estos, pero no se dejó encasillar por ninguno y en cuantas ocasiones fue tentado por ellos no lo permitió.
Llegando sus discípulos al otro lado, se habían olvidado de traer pan. Y Jesús les dijo: Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos y de los saduceos. Ellos pensaban dentro de sí, diciendo: Esto dice porque no trajimos pan. Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Por qué pensáis dentro de vosotros, hombres de poca fe, que no tenéis pan? ¿No entendéis aún, ni os acordáis de los cinco panes entre cinco mil hombres, y cuántas cestas recogisteis? ¿Ni de los siete panes entre cuatro mil, y cuántas canastas recogisteis? ¿Cómo es que no entendéis que no fue por el pan que os dije que os guardaseis de la levadura de los fariseos y de los saduceos? Entonces entendieron que no les había dicho que se guardasen de la levadura del pan, sino de la doctrina de los fariseos y de los saduceos.
Mateo 16:5-12
Y Jesús le dijo: Amigo, ¿a qué vienes? Entonces se acercaron y echaron mano a Jesús, y le prendieron. Pero uno de los que estaban con Jesús, extendiendo la mano, sacó su espada, e hiriendo a un siervo del sumo sacerdote, le quitó la oreja. Entonces Jesús le dijo: Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomen espada, a espada perecerán. ¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y que él no me daría más de doce legiones de ángeles?
Mat 26:50 al 53
Jesús nos deja un mensaje muy poderoso: LA SANTIDAD ES MAS POTENTE QUE LA INMUNDICIA. Debemos proclamar y vivir la santidad sin excluir a los pecadores, Cristo se acercó a los pecadores, tocó a leprosos, comió con los publicanos, desechó las costumbres sociales que daban por hecho que la impureza es mas poderosa que la santidad. Tocó a los muertos incluso se acercó y venció a los poseídos. y causó que los demonios huyeran al enfrentar su poderosa santidad
Y arribaron a la tierra de los gadarenos, que está en la ribera opuesta a Galilea. Al llegar él a tierra, vino a su encuentro un hombre de la ciudad, endemoniado desde hacía mucho tiempo; y no vestía ropa, ni moraba en casa, sino en los sepulcros. Este, al ver a Jesús, lanzó un gran grito, y postrándose a sus pies exclamó a gran voz: ¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te ruego que no me atormentes. (Porque mandaba al espíritu inmundo que saliese del hombre, pues hacía mucho tiempo que se había apoderado de él; y le ataban con cadenas y grillos, pero rompiendo las cadenas, era impelido por el demonio a los desiertos.)
Lucas 8: 26-29
La actitud de Jesús al limpiar el templo de objetos religiosos extraños, para dar lugar a los adoradores gentiles, seguramente pudo ser la gota que colmara el vaso de los que jugaban con la Santidad, de tal forma que fueron los hombres “santos” que decían guardar la ley, los que finalmente llevaron a Jesús a la muerte.
Vinieron, pues, a Jerusalén; y entrando Jesús en el templo, comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban en el templo; y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas; y no consentía que nadie atravesase el templo llevando utensilio alguno.
Y les enseñaba, diciendo: ¿No está escrito: Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones? Mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones. Y lo oyeron los escribas y los principales sacerdotes, y buscaban cómo matarle; porque le tenían miedo, por cuanto todo el pueblo estaba admirado de su doctrina.
Marcos 11: 15-18
La pregunta es: ¿Qué nos enseña Jesús con esta forma de actuar y vivir, cuando sin dejar de cumplir la Ley ni una jota ni una tilde, sin embargo, nos dice que estamos en el mundo sin ser del mundo? Trataremos de encontrar algunas respuestas en la segunda parte de este estudio para poder entender que la Santidad es más poderosa que todas las leyes y más contagiosa que toda la inmundicia incluido el “coronavirus SARS-CoV-2”
Dios nos bendiga y nos santifique.