La Paciencia 1
En mis clases de Escuela Dominical siempre he tratado de tocar temas realmente necesarios para el diario vivir de las personas; me miro a mi mismo y pienso ¿Qué necesito ahora?… Llevamos muchos días en casa en una situación que no necesita ser explicada, ¿Qué necesitamos de Dios? Realmente necesitamos a Dios todo Él, pero… Él nos concede, nos regala cosas. A Dios no le podemos ver, sus frutos en nosotros sí ¿No os parece que ahora necesitamos mucha paciencia? En las cosas cotidianas: Los unos con los otros, en los comercios. En nuestras necesidades no logradas, y en nuestra relación con Dios, ¿Dónde está Dios mientras pasa todo esto? De esta pregunta ya hemos hablado en otras ocasiones. ¿En los que sufren? ¿En los que ayudan?
Cuando todo va como queremos, es fácil mostrar paciencia. La verdadera prueba de la paciencia viene cuando nuestros derechos son violados; cuando un coche nos cierra el paso en el tráfico, cuando nos tratan injustamente, cuando no entendemos muchos de los porqués de lo que está pasando. Algunas personas piensan que tienen el derecho de enfadarse ante las pruebas y ante aquello que les molesta, es comprensible. La impaciencia puede a veces disfrazarse de “ira santa” para erguirnos en implantadores de la presunta justicia de Dios. Sin embargo, la Biblia muestra la paciencia como un fruto del Espíritu: Gálatas 5:22-23 Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.
La paciencia revela nuestra fe en los acontecimientos de la vida real, en las situaciones cotidianas no siempre agradables o comprensibles, comprendiendo la omnipotencia y el amor de Dios.
La primera idea que viene a la cabeza al hablar de paciencia es una espera pasiva o una tolerancia infinita ante los demás y sus posturas a veces caprichosas o ante las circunstancias desfavorables que nos agobian, sin embargo casi todas las menciones de la “paciencia” en el Nuevo Testamento son palabras dinámicas y activas. Por ejemplo Hebreos 12:1: “Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante”. No se puede correr una carrera aguantando estoicamente los empujones y zancadillas de los demás. La palabra traducida como paciencia en este versículo, significa permanencia. Un cristiano corre la carrera pacientemente, perseverando a través de las dificultades. En la Biblia, la paciencia es la perseverancia hacia una meta, perseverancia ante las pruebas, una expectante espera por el cumplimiento de una promesa que no siempre implica quedarse quieto sino buscar dicha promesa mientras la esperamos, hay que escuchar al Señor el que encontró el tesoro escondido en el campo, lo compró, no se quedó en su casa.
Dios tiene mucha paciencia con nosotros, debemos comportarnos con respecto a las “decisiones de Dios” también con la paciencia que Él nos da.
2Pe 3:9 El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.
2Pe 3:13-14 Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia.
Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz.
¿Cómo mostrar nuestra paciencia como una característica de nuestras nuevas vidas?
Dando gracias a Dios. Usualmente, la primera reacción de una persona ante algo no esperado es “¿Por qué a mí?,” pero la Biblia dice que nos regocijemos en la voluntad de Dios Flp 4:4 Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!
1Pe 1:3-9 Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros, que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero. En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo, a quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso; obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas.
Entiendo que no nos sintamos capaces dar las gracias por algo desagradable, no somos masoquistas no nos gusta sufrir, pero si podemos darlas porque Dios está con nosotros aún en las cosas desagradables, ser conscientes de que Él nos da las fuerzas si no le abandonamos y además nos hace progresar.
Recordemos Sus promesas, tales como la de Romanos 8:28 “…todas las cosas les ayudan a bien, esto es a los que conforme a su propósito son llamados”. Ese “todas las cosas” incluye las cosas que prueban nuestra paciencia.
Busquemos sus propósitos. Algunas veces, Dios nos pone en situaciones difíciles con el fin de testificar. Otras veces, Él puede permitir una prueba para la santificación del carácter. El recordar que Su propósito es para nuestro crecimiento y Su gloria, nos ayudará en la prueba.
La próxima vez que te encuentres desanimado o desesperado ante lo que estamos viviendo, ¿cómo responderás? La respuesta natural es la impaciencia, la cual conduce al estrés, al enojo y a la frustración y de esta forma van a aparecer peleas en la familia y con los amigos y hasta con El Señor. Gracias a Dios, los cristianos ya no estamos bajo el dominio de una “respuesta carnal” porque tenemos una nueva naturaleza – la naturaleza de Cristo Mismo 2Co 5:17 De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. 2 Pedro 1:3-7Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia; vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor.
Tenemos la fortaleza del Señor para responder con paciencia y en completa confianza del poder y los propósitos del Padre. Romanos 2:7 “Vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad” Si nos damos cuenta de que nos falta esa fuerza pidámosla a Dios Él no nos dará una piedra si le pedimos pan.
Mucha paciencia, Dios os bendiga.