Nº 1544– 26 de Enero de 2013
Nuestro abulense Juan de la Cruz (1542-1591) escribió que una gracia de Dios recibida en el pasado es operativa en nuestra memoria y debe ser llamada para renovarnos en el amor y elevar nuestra mente hacia Dios nuestro Señor. La expresión de este místico español siempre me ha hecho recordar una experiencia del gran poeta inglés William Wordsworth, mi favorito, quien en el mes de julio del año 1798, mientras recorría los impresionantes valles de Gales, experimentó un toque en su alma que después expresaría en su poema titulado “Tintern Abbey”, la “Abadía de Tintern”, en el que canta el recuerdo de la belleza contemplada entre los montes y valles galeses y las ruinas de sus abadías y castillos, y dice que ablandaron su alma e inclinaron su corazón hacia el amor.
“Estas formas, en una larga ausencia,
no han sido para mí como un paisaje a los ojos de un ciego;
con frecuencia entre espacios aislados,
y entre el ruido de pueblos y ciudades,
me han traído en horas lasas sensaciones dulces,
sentidas en la sangre y aun pasadas
del corazón hasta la misma mente, con un tranquilo alivio;
sentimientos de placer olvidado,
quizá tales como tener influjo no liviano
en la vida mejor de un hombre bueno,
sus pequeños, sin nombre, y olvidados actos de amor y bondad.”
¿Qué gracias de Dios nuestro Señor viven en nuestra memoria esperando ser llamadas para renovarnos en el Amor Divino? ¿Qué gracias de nuestro Señor perduran en lo más hondo de nuestro ser, esperando nuestra apelación para elevar nuestra mente hacia Dios? ¿Qué pequeños, sin nombre, y olvidados actos de amor y de bondad hierven en nuestros pechos a la espera de nuestra llamada?
Hay muchas sensaciones dulces en las dormidas gracias que Dios ha sembrado en nuestros corazones, esperando despertar. Mucho amor. Joaquín Yebra, pastor.