¿Qué tienes en tu memoria?
Parece que el Señor nos pregunta por muchas cosas que tenemos… Sabe que tenemos estas cosas porque nos las ha dado Él y desea que las utilicemos para su obra. Para la edificación de la Iglesia.
Da testimonio:
Debemos utilizar nuestra memoria, nuestra mente para guardar lo que El Señor nos va enseñando y lo que va haciendo con nosotros cada día.
Timoteo tenía una rica vivencia con su familia…
2 Timoteo 3:15 y 1:5
… si has nacido en la familia de la Fe te ocurrirá lo mismo, y entenderás muy bien este texto, Pero es posible que lleves poco tiempo en el Señor Entonces para ti es esta otra enseñanza: Isaías 43:18-19 y 2ª Corintios 5:17
Seguramente hay cosas que debes sacar de tu mente mientras Vas dejando entrar otras nuevas y mejores.
En cualquiera de los casos no necesitas tener grandes conocimientos bíblicos o de cualquier otro tipo de disciplina, o de comunicación para dar testimonio. Timoteo además era joven pero Pablo no permite que le menosprecien por eso. Fue educado por su madre y su abuela, no en una universidad importante. ¿Y tú? El Señor no basa nuestra capacidad para dar testimonio en saber mucho o poco de teología o de cualquier otra cosa, tampoco nos enseña que esto estorbe, pero, lo importante para dar testimonio es ser consciente de lo que Él ha puesto en nuestra mente
Salmos 119:11-16
Estamos obligados a dar testimonio a los demás, a extender su reino.
Uno de los peores enemigos de la evangelización es la vergüenza a dar testimonio, por no tener conocimientos, por miedo al rechazo… Puede ser por otra cosa. Recuerda que gracias a Dios vivimos en un lugar donde hay libertad de expresión, alguno de los que reivindican este derecho lo hacen para hablar infamias y cuestiones que rozan el libertinaje. Todo el mundo tiene derecho a expresar lo que piensa y siente, siempre que no atente contra los demás, los cristianos también, y a veces nos dejamos amedrentar y nos callamos. No caigamos en esta trampa.
¿Qué creo que piensan los demás que es ser cristiano? ¿Me importa lo que puedan decir de mí? ¿Soy capaz de hacer una manifestación pública de mi fe? ¿Doy testimonio no solo con el ejemplo sino también con la palabra? Muchas otras preguntas podrían surgir, pero muchas giran en torno a la misma cuestión: ¿Tengo miedo a ser rechazado por ser cristiano?
Si la respuesta a esta pregunta es afirmativa. En primer lugar, tenemos que ponernos a pensar: ¿cómo sería mi vida si Jesús no hubiera entrado en ella? ¿Dónde estaría, Cómo sería? Además, ¿qué hubiera pasado si la persona que me presentó a Jesús hubiera sucumbido a ese miedo? Contestando sinceramente estas preguntas nos podremos dar cuenta de dos cosas: Jesús me ha amado y ha dado su vida por mí, y es lo más importante que ha pasado en mi vida y si otras personas me han transmitido esta buena noticia, yo también puedo, y debo hacerlo.
Limpiemos nuestra memoria de las cosas viejas del mundo y sus maldades y dejemos entrar las de Dios para que cuando Nos encontremos en el momento de dar testimonio podamos recordar la pregunta del Señor hoy. ¿Qué tienes en tu memoria?