Nº 1460- 17 de Junio de 2012
Hay un sinnúmero de diferencias en la manera de organizarse como iglesia local o comunidad cristiana. Además de las pautas del Nuevo Testamento, y en vista de nuevas necesidades en el curso de la historia, las iglesias han adoptado diferentes formas de estructuración. Así se ha desarrollado también una jerarquización de funciones y trabajos. Sin embargo, esta estructuración, por sencilla o compleja que sea, sólo es lícita cuando se fundamenta en el servicio amoroso, no en un poder manifiesto o encubierto, siguiendo viejos sistemas basados en privilegios de las corrientes del mundo.
Llevamos años aterrados al ver cómo se van introduciendo voces absolutamente opuestas al sentido de las palabras del Nuevo Testamento, como el anglicismo “líderes”, entre varios otros, mientras han ido desplazándose, incluso llegando a desaparecer, los magníficos términos de “obreros” y “obreras” para designar a aquellos encomendados al servicio de los hermanos y a la extensión del Evangelio mediante la plantación de comunidades locales.
Como era de esperar, los “líderes” han dado paso a los “yuppies” evangélicos, que siguiendo el rastro de los “young urban professionals”, “jóvenes urbanos profesionales”, de donde viene el acrónimo, distorsionan la imagen del obrero cristiano, profesionalizan el Evangelio y estructuran la iglesia como si fuera una empresa con metas estadísticas, desviaciones a volumen-control, y pretenden ilusoriamente esquematizar la obra del Espíritu Santo. Si vamos al testimonio evangélico, allí comprobaremos cuáles son los carismas principales que nuestro Señor Jesucristo ha prometido enviar a los suyos, y cuál ha de ser la actitud que hemos de evitar entre nosotros:
Mateo 23:34; Juan 5:44: “Por tanto, he aquí yo os envío profetas y sabios y escribas; y de ellos, a unos mataréis y crucificaréis, y a otros azotaréis en vuestras sinagogas, y perseguiréis de ciudad en ciudad… ¿Cómo podéis vosotros creer, pues recibís gloria los unos de los otros, y no buscáis la gloria que viene del Dios único?”
Mucho amor. Joaquín Yebra, pastor.