Nº 1.771 – 10 de Junio de 2018
Hijo mío:
Cuando viajes, olvídate del periódico. Devora el paisaje con tus ojos, y absorbe de su luz y su color. Porque la naturaleza renueva el alma del que traduce su amor en armonía con el cosmos.
Hijo mío:
Vé y observa la flor del desierto: Ningún ejecutivo la ve. O mira la flor que se esconde en el corazón de la fronda: Ningún caminante la nota. Pero están allí: Cada una en su lugar; y alegran a Dios.
Es tu amigo:
Quien vierte de su espíritu por canales de sinceridad. El que no te abandona porque te sobrevino calamidad. El que a pesar de todo puede mirarte a los ojos, sin ofuscarse ante el faro de tu alma. El que no tuerce su camino ante el obstáculo de tu presencia en la vida.
El hombre puede hablar; el hombre puede escribir. Cuando hables, atavía tus palabras con pasión. Y cuando escribas, atavíalas con luz de modo que te puedan entender.
Dios prueba en las puertas cerradas al que merece entrar dignamente por la puerta definitiva. Dios prueba en la desesperación al que con serenidad patética, deberá contener las columnas de un mundo que tiembla. Dios prueba sólo a los capaces de pasar la prueba, pues poseen el secreto del amor.
(Tomado del libro “PROVERBIOS: REFLEXIÓN DE LA VIDA” de Moisés Chávez)