Nº 1.767 – 13 de Mayo de 2018
“Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.” (Hechos 1:8)
“Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos.” (Hechos 2:1)
Jesús, justo antes de ascender al cielo, anunció el derramamiento de Su Espíritu con poder para hacer testigos a todas las naciones. Y el Señor es el mismo, ayer, hoy y por los siglos. Por tanto, necesitamos una vez más las visitaciones del Espíritu Santo para extender el testimonio de Jesucristo a la humanidad. Sin el Espíritu nada podemos hacer, porque es el Espíritu la presencia del Señor en nosotros. Sólo el Espíritu convence, sólo el Espíritu santifica y nos aparta a todos para el trabajo asignado a cada uno y juntos en unidad.
¿Cuál será nuestro próximo destino hermanos? ¿Cuál será la nueva tierra de los corazones dónde nos quiere llevar el Señor a testificar? ¿Quiénes serán esos nuevos hermanos y hermanas que van a recibirle? ¿Ese nuevo vecino tuyo? ¿Esa nueva compañera de trabajo? ¿Ese amigo que por fin tiene ganas de congregarse porque el Señor le está llamando? ¿Esa familia a la que tanto aprecias y tanto Le necesita? Vamos a ver lo que Dios ya está haciendo. Pero, por favor, no seas espectador sólamente. Todos, unánimes y juntos necesitamos pedir la lluvia del Santo Espíritu para empaparnos bien de Él.
¡¡No te escondas del Señor!! ¡¡Todos vamos a ser útiles en las manos de Dios!!
El día viene cuando todos en la redondez de la Tierra oirán la voz del Señor y despertarán a la Luz del Evangelio. Todos tendrán su oportunidad de creer en el Hijo de Dios.
¡¡Ven Espíritu ven!! Y ¡¡Ven pronto Jesús!!
Mucho amor.
Antonio Martín, pastor.