Nº 1.766 – 6 de Mayo de 2018
“Le dijo Simón Pedro: Señor, ¿a dónde vas? Jesús le respondió: A donde yo voy, no me puedes seguir ahora; mas me seguirás después. Le dijo Pedro: Señor, ¿por qué no te puedo seguir ahora? Mi vida pondré por ti. Jesús le respondió: ¿Tu vida pondrás por mí? De cierto, de cierto te digo: No cantará el gallo, sin que me hayas negado tres veces.” (Juan 13:36-38)
La impaciencia e imprudencia de Pedro se ven reflejadas en este pasaje que nos sirve de portada de nuestro boletín “Unánimes”. Características de nuestra vieja naturaleza son ambas: el no saber esperar y el no saber callar o hablar demasiado. Muchas veces en nuestro celo, no sabemos despegarnos de las personas para que puedan cumplir su misión “a solas”. Tendremos muchos momentos juntos, pero hay ciertas cosas que debemos hacer por nosotros mismos y sólo con nosotros mismos. Jesús se apartaba para orar, y ahora le anuncia a Pedro que se va a apartar para entregar Su vida por todos. Hay decisiones y pasos que tenemos que dar en la vida, y nos corresponden. Otros no podrán acompañarnos, por no estar preparados, o simplemente porque nadie puede tomar o realizar nuestras propias responsabilidades. Es una señal de madurez el ser autosuficientes en lo que debemos serlo.
Es muy importante saber en la vida hasta donde debemos seguir o imitar a Jesús. Qué nos pide Él en cada momento, y no precipitarnos a hacer lo que sólo el Señor puede hacer. O intentar ocupar el lugar que sólo al Señor le corresponde. Estaba pensando en aquellos que en semana santa se crucifican literalmente por seguir el ejemplo del Maestro o por emular al Señor Jesucristo. Todos sabemos que ese comportamiento no sirve de mucho ya que nunca podremos ocupar el lugar que Jesús ocupó por nosotros en aquella cruz.
Correr hacia el martirio no tiene sentido. Pero si somos testigos fieles de Jesús puede que el martirio llegue. Ocupémonos de obedecer al Maestro ahora en lo sencillo que nos pide sin pretender ser héroes por nosotros mismos. Jesús le dijo a Pedro que en ese momento no le podía seguir en la muerte, aunque sí más tarde. Dejemos que los momentos y las ocasiones las determine Aquel por el que ya están determinadas y no pequemos de impacientes ni de imprudentes.
Mucho amor.
Antonio Martín, pastor.