Nº 1.763 – 15 de Abril de 2018
“Mas el fin de todas las cosas se acerca; sed, pues, sobrios, y velad en oración. Y ante todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados. Hospedaos los unos a los otros sin murmuraciones.” (1 Pedro 4:7-9)
Las potencias mundiales siguen su carrera armamentística y los tambores de guerra suenan cada vez más alto. La última guerra, un desastre nuclear, parece cada día más cerca. Aunque hablen de paz y seguridad y se reúnan líderes del mundo que fueron hasta hoy antagónicos, la destrucción vendrá de manera repentina como la misma Palabra del Señor lo atestigua. Al mismo tiempo que se sienten a hablar los gobernantes más poderosos de la Tierra, se estarán preparando los misiles para destruirse mutuamente. El fin viene, la destrucción se acerca… Los cristianos, cuando oímos estas noticias, no tenemos mejor salida y ocupación que mantenernos cuerdos, firmes en nuestro sitio y velando en oración. Jesús ya recriminó a sus discípulos por no haber podido velar una hora cerca de Él en oración. El sueño provocado por la tristeza les venció. Hermanos y hermanas amados, no podemos caer en “el sueño de los justos” y dejar la oración de lado. Los lunes a las ocho de la tarde estamos velando en oración y estamos siendo visitados por el Espíritu del Señor. No descuides la oración comunitaria: es síntoma también de descuido de la oración personal. ¡Cuidado! Sólo los que se mantienen en comunión estrecha con Dios y con sus hermanos, estarán avisados de las cosas que pronto están por venir y obrarán en consecuencia. ¡Llena tu lámpara de aceite viniendo a orar y velar una hora con tus hermanos! Puede que llegue el Señor antes de lo que esperas y no tengas entonces tiempo de “comprar” (entiéndase: adquirir) el Aceite de la Unción que necesitas para vivir esperando al Señor Jesucristo en santidad y obediencia a sus mandamientos. En la oración comunitaria Dios nos provee Su ferviente amor que necesitamos tener entre nosotros. Y nos ayudará a perdonar y ser perdonados, recibiéndonos unos a otros sin murmuraciones. Hablemos de frente y pongámonos de acuerdo con nuestro oponente, porque el Juez que es Cristo está delante de la puerta, a punto de aparecer en el cielo.
¡¡Ven pronto Jesús!!
Mucho amor.
Antonio Martín, pastor.