Nº 1.724 – 16 de Julio de 2017
¿Cómo definiríamos lo espiritual? Quizá la explicación más sencilla sería que lo espiritual es aquello que no es físico. Pero esa definición tampoco puede decirnos mucho, a menos que podamos definir lo que es “físico”. Muchos dirán que lo físico es todo aquello que podemos ver, oír, oler, gustar o tocar. Eso es problemático. No podemos percibir las ondas de radio con ninguno de los cinco sentidos cardinales, ni tampoco ningunas de las otras formas de energía electromagnética fuera del espectro de la luz. ¿Significa eso que mis llamadas telefónicas están siendo transmitidas por medios espirituales, y que mi horno de microondas cocina usando la espiritualidad?
Por otra parte, podemos contemplar el arco iris. ¿Es físico el arco iris? ¿Son físicos sus colores? ¿Son físicos los colores que aparecen ante nuestros ojos mediante ilusiones ópticas, tales como la banda verde que aparece cuando el azul y el rojo se ubican de manera contigua?
Quizá una mejor definición de lo físico sea todo aquello a lo que podemos dar una medida discreta. No podemos ver las ondas de radio, ni la gravedad, ni las fuerzas nucleares. No podemos oír los infrasonidos, es decir, los emitidos a una frecuencia muy baja, ni tampoco podemos oír los ultrasonidos, es decir, los sonidos emitidos a muy altas frecuencias. No podemos sentir el aire con nuestra facultad del tacto. Todos estos fenómenos pueden ser medidos, al menos teóricamente.
Lo espiritual es, pues, todo aquello que elude la medición. ¿Hemos tratado alguna vez de medir el amor, o categorizar una idea? Podemos ver los síntomas y los efectos de todos esos fenómenos, incluso medirlos de alguna manera, pero no podemos medir las emociones ni las ideas; y no porque carezcamos de herramientas, sino porque inherentemente eluden la medición. Se trata de aquellas cosas que los sociólogos y los psicólogos tratan de definir refiriéndose a ellas como “lo que más cuenta, pero lo que menos puede ser contado.”
Cuando decimos que algo está vivo, queremos decir precisamente que la vida es elusiva, y no será en este momento igual que lo era en un instante anterior. Una planta está viva porque crece. Un animal, es una forma superior de vida, porque puede moverse por su propia elección. Un ser humano es todavía más elusivo, hasta escapar de su propio “ego”, y darle salida por medio de la comunicación con otros.
Mucho amor. Joaquín Yebra, pastor.