Nº 1599– 22 de Febrero de 2015

Publicado por CC Eben-Ezer en

La autoridad ha sido fundada por Dios nuestro Señor al servicio del amor.

Para el orden, la paz y la concordia, Dios establece autoridad como servicio.

La autoridad que recurre a la violencia, a la imposición, al aprovechamiento personal en detrimento de los demás, a la opresión y al lucimiento, sencillamente no es autoridad.

La autoridad sin amor, sin anhelo de servir, no es sino enfermedad que gesta el avasallamiento soez y la explotación cruel.

La autoridad sin amor es despotismo despiadado, aspereza humillante, abuso, ambición, afán por el lucro y la dominación, egoísmo, arbitrariedad y desconsideración.

Esa clase de pseudo-autoridad es origen de muchos males, y grave lamento del amor verdadero.

Ninguna autoridad por encima de Jesucristo, excepto el Padre de las Luces, y, sin embargo, ninguno de los rasgos que se dan en las autoridades del mundo hacen acto de presencia en nuestro bendito Salvador.

Jesús nos dice claramente que Él está entre nosotros como el que sirve.

Los jerarcas del abuso y la autoadoración, los verdugos de la comunidad, no le podrán resistir.

Jesús nos invita a aprender de Él, que es manso y humilde de corazón, para que hallemos descanso para nuestras almas.

Ningún medicamento contra la tiranía de la falsa autoridad como el amor de Dios.

Mucho amor. Joaquín Yebra,  pastor.

 

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