Nº 1446 – 11 de Marzo de 2012
El Evangelio del Reino y de la Gracia denuncia permanentemente a los movimientos religiosos que, bajo cualquier denominación, actúan como “opio del pueblo”. El Evangelio contiene suficientes herramientas como para desenmascarar a los falsos profetas y para poner en claro todos sus mecanismos de funcionamiento, por muy sutiles que éstos sean o sofisticados que resulten ser en sintonía con los tiempos en que nos ha correspondido vivir. La teología de la dominación, por el contrario, se oculta bajo toda suerte de disfraces y metamorfosis, pretextos para mantener el statu quo, en el cual se desempeña y del cual recibe siempre beneficios materiales y honoríficos.
La teología de la dominación desplaza el acento de la comunidad al individuo. En muchos círculos, comprendidos algunos que nos son relativamente cercanos, el menos avispado puede palpar por doquier la realidad y la tendencia individualizadora, cuya factura nos viene de lejos y antiguo. Sus teólogos, filósofos disfrazados, nos engañan, consciente o inconscientemente, haciéndonos creer que nuestro bendito Señor nos ha trasladado de la prefiguración veterotestamentaria de “Dios-Pueblo-Alianza-Culto” a la neotestamentaria de “Dios-Individuo”. Semejante patraña ha producido y sigue produciendo un daño irreparable en las relaciones entre los cristianos hasta nuestros días. Esto se ha agudizado mucho más en el protestantismo burgués que en las demás corrientes cristianas.
Jesús no nos ha enseñado el “Padremío”, sino el “Padrenuestro”. Y no hay una sola doctrina de nuestro Redentor que nos separe de la relación con nuestros hermanos y nuestros prójimos. Recordemos siempre que el hombre no fue creado para el Día de Reposo, sino éste para el hombre. Y que ese día no es mandamiento cúltico, sino primordialmente templo construido con tiempo para hacer memoria de la Creación divina, cesar en nuestros esfuerzos, y potenciar la hermandad de los hombres, criaturas, que no creadores, mediante el reposo de todos, comprendidas las bestias.
Los “otros” son “nos-otros”. Mucho amor y más reposo. Joaquín Yebra, pastor.