Nº 1436- 1 de Enero de 2012
Comienza un nuevo año. Los escándalos ya están en los periódicos y demás medios de comunicación. Y el maligno -¡Dios le reprenda!- sigue camuflado bajo el rostro de siglas o de nombres de instituciones de apariencia benévola, como antaño lo hiciera bajo el título de imperios conquistadores. Sus agentes hoy no llevan armaduras sino trajes elegantes, camisas encorbatadas y oscuros portafolios llenos de intenciones igualmente oscuras.
Este año los empobrecidos, a los que nos han hecho llamar “pobres” para que creamos que siempre los hubo y su condición es irreversible, serán más y más pobres; mientras que los enriquecidos, a quienes nos han hecho llamar “ricos”, para que igualmente creamos que siempre los hubo y su condición es también irreversible, serán más y más ricos.
Seguiremos siendo mal vistos aquellos de nosotros que nos atrevemos a afirmar que una de las mayores mentiras del sistema, sostenidas consciente o inconscientemente por el aparato religioso, es que siempre han existido pobres y siempre existirán. Seremos vistos con ojos de sospecha por quienes se ponen muy nerviosos cuando aseguramos que es menester buscar las causas de la pobreza a riesgo de que nos pongan etiquetas.
De ese modo, la descomposición humana, social, moral y espiritual, irá en aumento, y el color de la piel del maligno, del enemigo de Dios y de los hombres, aumentará su tono de hambre, dolor y enfermedad en la historia y la geografía de los hombres. Continuaremos en este años recién inaugurado contemplando a nuestro alrededor el tráfico de las modas pasajeras para el consumo orquestado por los poderes fácticos. Veremos a más hombres y mujeres convertidos en mercancía barata, dispuestos a dejarse encadenar por un pan o un par de zapatos.
Pero Dios seguirá siendo amor, su Evangelio continuará siendo poder de Dios para salvación a todo aquel que cree. Y nosotros continuaremos creyendo que hay un mundo nuevo posible en Jesucristo.
¡Feliz Año Nuevo! Mucho amor. Joaquín Yebra, pastor.