Nº 1349– 18 de Abril de 2010

Publicado por CC Eben-Ezer en

Los padres tenemos que aprender cuánto tiempo hemos de retener a nuestros hijos y cuándo hemos de dejarlos ir.

Pero nos preocupa qué meterán en su maleta cuando se vayan. No podemos evitarlo.

Preparar a nuestros hijos es capacitarles para que puedan desempeñarse como adultos competentes, responsables y eficaces.

A nosotros nos corresponde transmitirles nuestros valores más preciados y nuestras esperanzas más fervientes.

Una buena medida de la madurez consiste en tener siempre algo que hacer y saber dedicar el tiempo preciso al reposo.

Otra buena medida consiste en no perder nunca el sentido del asombro, del descubrimiento y de la risa sana.

Otra buena medida de madurez consiste en contar con alguien a quien amar.

Otra prueba es saber que el mejor regalo que podemos hacer es el don de uno mismo, pues al dar amor nos ponemos en la posición de recibir igualmente todo el amor que necesitamos.

Madurez es no perder con los años ni los principios ni la pasión. Esa es la capacidad de desarrollarnos continuamente.

Sentirnos contentos y satisfechos es también una gran medida de madurez.

Demos gracias al Señor por habernos concedido la capacidad de elegir y crear; el poder de esperar y amar y crecer.

Mucho amor.

Joaquín Yebra,  pastor.