Nº 1340– 14 de Febrero de 2010

Publicado por CC Eben-Ezer en

Habíamos dicho que la resolución creativa de un conflicto es un acto de amor. Y el amor ha de expresarse o se atrofiará como un músculo cuando no lo usamos. De ahí el error de guardar nuestros problemas y conflictos, en lugar de llevarlos al Señor. No desarrollamos nuestra capacidad espiritual por estar constantemente tapando y enterrando los conflictos.
Amar y perdonar no es fácil. No es fácil lograr que vuele una máquina más pesada que el aire, y, sin embargo, los aviones vuelan… No es fácil combatir gérmenes y virus, y, sin embargo, lo logramos… No es fácil la cirugía prenatal, y, sin embargo, hoy se practica con inmenso éxito…
Tomás Alba Edison hizo diez mil ensayos con distintos materiales antes de lograr el adecuado para la confección del filamento de la primera lámpara incandescente; pero tú y yo lo hemos olvidado por lo sencillo que nos resulta pulsar un interruptor.
Si decidimos perdonar con el perdón con que hemos sido perdonados nos va acostar: Pedir perdón, empezar de nuevo, renunciar al egoísmo, aceptar consejos, admitir errores, enfrentarnos a la crítica, ser generosos con los egoístas, ser caritativos con los desagradecidos, seguir intentándolo, apreciar sinceramente lo buenos de los demás, ser comprensivos, soportar cuando nos insultan, aceptar el éxito sin enorgullecernos, aprender de nuestros propios errores, primero pensar y luego actuar, aprender a hacernos mayores y envejecer, mantener nuestra dignidad junto con la de los demás, aguantar nuestros impulsos viscerales, reconocer el valor sin igual de todo ser humano, esforzarnos por ver el contorno plateado de todas las nubes, por oscuras que sean, dejar que la belleza de Jesucristo se manifieste en nuestra vida.
Estaremos de acuerdo en que se trata de cosas muy costosas. No se compran ni se venden, porque no se encuentran en las estanterías de las tiendas. Sólo se fabrican en el corazón, y el artífice es el propio Espíritu Santo de Dios nuestro Señor.
Dios es Amor, y amar nunca fue barato.
Mucho amor.
Joaquín Yebra, pastor